Una coleccion de Poemas, por Víctor Arpasi flores
CAMINO
Caminante, si camino ya no encuentras más allá;
si sólo, campos eriales, ¿ya no vas a caminar?
¿O es tu camino acaso un destino sin andar,
o por andar sin destino te impeles a continuar
aunque no haya huella alguna que te guíe en tu rodar?
Hermano, si no hay camino, detente para avanzar,
y, en ese breve reposo que las experiencias dan,
compulsa, analiza y, luego, con la decisión tenaz,
lánzate cual Prometeo a conquistar la verdad…
Y al hacerlo, harás camino por donde muchos irán,
y al hacerlo, harán lo mismo para muchísimos más.
AMOR A LA TIERRA
Es el amor a la tierra
la tierna fragua de un beso,
un torrente de alegría
o un levísimo aleteo;
es liberar las mañanas
de nochedales sin término;
es despertar donde el alma
va derruyendo silencios;
es levantar las banderas
de devenires opresos;
es sacudir de conciencias
para enfrentarlas al miedo;
es el amor que acurruca
de la vida el grito pleno
en el seno de la savia
vivificando el desierto;
es lo sagrado en el alma
semejante a un incendio,
devorando la rutina
y la yerba de lo incierto;
es un volcán que se eleva
a los astros con su fuego;
y es raíz que busca el agua
de la rotura del tiempo;
es la humedad de la vida
desenvolviendo los sueños;
es el arduo despertar
de la semilla a los vientos;
¡es la fuerza con que se abre
una montaña de piedra!
¡es la forja de la luz
todo el amor a la tierra!
MI TIERRA Y TÚ
Ahora tengo la ternura como nidito en el alma;
es mi tierra que retoza como los trinos del alba;
es un río de armonías y de sencillas palabras,
deshilvanando quehaceres entre las horas hermanas;
y la veo correteando en los niños de las fábricas,
o la veo entre las rondas de las escuelitas claras;
y la hallo en las madrecitas que en la frías madrugadas
van preparando el vasito de leche para las guaguas;
está en la profesorita dulcecita de las aulas,
y está en el ávido niño oyendo hablar de la Patria;
y está amorosa en el pan que nos entibia mañanas,
como luz que nos inunda lo más oscuro del alma;
y está en la risa tuya de arroyito de manzana,
mujer que tejes el día con la alegría más sana;
y está en tus toscas manitas de las soledades diarias,
y está en los tiempos que juegan en las cunas de tus palmas;
y está mi tierra en aquéllos que el sol devora y taja,
cuando en la avenida extienden la necesidad que los traga;
y está en la lucha constante que palmo a palmo se talla
en el árbol cotidiano de las humildes constancias;
y se halla en el seco lecho del rebelde Tambapalla
de los eneros de limo cuando el agua turbia baja;
y está mi tierra también en las olvidadas parras,
en el rumor de sus hojas convirtiéndose en alfalfa;
y está en todos los niños que estudian y van al aula,
a comprender que los libros son amigos que nos hablan,
cual si un padre o una madre o un maestro conversara
de los nobles ideales y amistad no interesada.
Por esas cosas y más, me conmueve la esperanza,
que se unimisma a mi tierra como bullir de algazaras;
mi tierra, en fin, es abrazo de corazón que derrama
lluvia de amor, de arcoiris, de encontrar siempre mañanas.
AHORA QUE EN TU PIEL…
Ahora que en tus espirales
se va asentando la música del vino…
y se desliza por la tierra de tus manos
mi alma desolada cubierta de garúas…
Al abrazarme a tu quietud
me pongo a jugar con la caricia de tu voz,
con el estío de tus uvas
con tus huellas musicales…
¡Cuán de veces oculté la danza de mi corazón
cuando tus caminos eran mis días!
¡Cuán de veces mis dunas volviéronse plumas briosas
que al acurrucarse en tus pies de río jugaron como niños!
¡Ah, carísima hora de mis latidos,
enjambre de arenas mojadas, gruta embriagada!
¡Cómo calmar la tormenta que troza en leños para tu fuego
mi corazón, mi alma!
VIENTO…
Descansa el viento en tu piel
y, velerito entre sus ondas,
va mi corazón rodeándose de tu presencia…
En el mar ubiqué tus contornos
y un cataclismo pequeñín hundió sus manitas
en la tierna esfinge de tus vorágines…
La luz ha hecho nido en tu cuerpo
y está traviesa como leve corderito
que juega con el tono claro de tus rondas…
Y tus manos son dos ríos
y tus colinas, palabras de ternura
y tu voz ventanita abierta de soles…
Y mi raíz se vuelve ave
al acariciar tu camino
¡al beberme la niña lluvia de tus secretos!
SIEMBRA Y COSECHA
Si mañana sintieres
cansancio de andar, y ebrio
de vacío contemples
sin estrellas el cielo;
y si sólo a tu puerta
golpeare el silencio,
y tu nombre y palabra
deshicieren los vientos;
y si cuervos hubieren
devorando tus ojos,
y al final de la vera
la ingratitud te aceche;
y sueños y esperanzas
olvidos los hirieren,
recuerda al Galileo,
su Gólgota y su muerte;
recuerda que el amor
es darse a manos llenas,
¡es siembra sin retorno!
¡cosecha que se entrega!
POEMA
Si hoy día pudiera verte, más tarde o mañana o siempre,
o aun más allá de los límites que me señala la muerte;
o si ni hoy ni mañana, ni nunca jamás te viere,
y en vano el destino mío hora tras hora te espere;
y acaso la duda hiriere pertinaz en su pregunta
si exististe o existieres…
¿Qué me queda?
¡Me queda verte en el pan
que repartiste sin dudas
a las orillas del mar!
EN LA DISTANCIA DEL TIEMPO
En la distancia del tiempo se deshace tu presencia
en gotas de fuego hirviente y en astillas que laceran
y se convierte en caminos que a tu corazón me llevan.
Y en la distancia, murallas son preguntas que me cercan
en esta gota de tiempo que me devora en tu ausencia.
El avatar de la vida violento o suave golpea
el destino de ser hombre entre la siembre y la siega;
y en el río de tus sinos nuestra esperanza navega
hasta encontrar horizontes donde la muerte no llega.
Y aquí me tienes volviendo con el trajín de experiencias
llenando el vacío agosto con tu recuerdo siquiera.
Y ya no existen distancias entre la siembra y la siega,
el ruido se ha vuelto tenue ya el dolor no tiene pena.
Ahora es reír que desliza las alegrías más frescas
como un niño que azorado un nuevo juguete encuentra.
¡Ya no estoy lejos de ti; mis pasos por tus veredas
un turbio río parece transformándose en estrellas!
¡Ya no estoy lejos de ti, ni alejarme de ti quisiera:
mis ojos adquieren luz cuando me hallo de ti cerca!
¡Y en la distancia del tiempo me vuelvo tiempo en tu senda,
y no existiera si existe mi olvido por ti, mi Tierra.
POEMA INCONCLUSO
¡Oh, mi tierra linda, mi querida tierra,
humilde te ofrezco mi coplas primeras!
Ahora en tu nombre levantan inciensos
con bellas palabras y augurios sin cuento
te endilgan muy serios promesas que esfuerzo
no cuestan; acaso vergüenza…¡ni creo!
y te hacen jaranas, desfiles y ensueños
que al sueño que tienes lo aumentan señeros;
y van recordando que, más que recuerdos
es cinta grabada que suena ya a viejo…
¡Oh! que eres tan noble o que hubo una Cabello
o un Mariano Lino, o un Domingo Nieto…
Y así te entretienen con alma y esmero
a fin que te dure hasta un año entero.
Y vuelven de nuevo con gracias y fuegos
que fatuos se apagan durante el festejo
que chicos y grandes te encienden primero
gastando lo poco que les da el dinero
que esta crisis verde nos quita sin freno
dejando que estemos sin pan y en el suelo.
¡Oh, mi tierra linda! ¡Primavera Eterna!
¡La de los Damascos! ¡La del Cobre, Reina!
¡Oh, Ñusta Dormida!, mi pequeña Ñusta,
tal dulce y tan buena, tan casta y tan pura,
te han hecho de fiesta un vestido y flores
y una feria linda que vende frijoles
y un poco de carne, y arroz y la Gloria
que es leche con lata, y liebres de sobra.
Y ¡todo barato!, especial por tu día,
¡Oh del Sur, la Perla, mi Ñusta Dormida!
Y azúcar y aceite también son de venta,
aunque de pocos, pero aquí se encuentran…
Por eso agradezco con gracias finitas
que cola no hagamos en este tu día…
que exista un carrito que corre en el pueblo
gritando que vayan llevando dinero
a la feria linda que te han hecho, Ñusta,
porque el resto de días estamos que asusta…!
Y ¡viva mi tierra! tan grande y tan fuerte,
y un brindis con hielo y whiski escocese,
siguiendo costumbres de gentes que vienen
hablando a lo raro y explotando gente,
que ofrecen regalos e invita a banquetes
mientras se llevan tu cobre y tu suerte…
¡Oh, mi tierra linda!, mi querida tierra,
por eso te canto mis coplas primeras…
mas dejo en la alforja ¡uf! tantos problemas
que harían reírse de rabia o de pena!
¡QUÉ MARAVILLA…!
¡Qué rica está la mozuela,
empanadita de azúcar,
harina tierna en el centro
y remilguitos de duda,
si le muerdo un pedacillo,
me regala con soltura
un petalillo de rosa
y un roce de sol y luna!
¡Qué guapa está la pequeña
con su cara de guayaba,
los cachetitos salidos
del horno de la alborada;
sus labios de remolino
me enredan en sus manzanas
que las muerdo con fruición
de tarde, noche y mañana!
¡Qué viva la tortolina
la torcacita, la guagua!
¡Qué siempre por su jardín
se le entregue enamorada
el agua de los puquiales
donde murmuran las ranas
que de amor me dio su beso
entre el ruido de las cañas!
Está la niña celosa
Del espejo que refleja
Su carita de alfeñique
Y sus pechitos de fiesta;
Y en su mohín el espejo
Le dice que no se muera
Que no hay espejo mejor
Que miradas que las quieran.
¡Qué bella que está la moza,
acunando las estrellas,
está soñando silencios
con los ríos de la Tierra,
sus labios muestran desganos
y una sonrisa de espera,
parece una virgencita
que un nuevo mundo me entrega;
es el tiempo que en un niño
en su cuerpo juguetea…!
MI CASA
Mi casa es pequeña, me quiere y me cuida;
si el frío se asoma su techo me abriga;
la luna la busca porque es su amiguita
y junto conmigo retoza en la brisa;
mi casa es cunita de sueños y risas,
semeja un vientito que gira y que gira;
y vuelve a mis brazos dos alas divinas
que vuelan al mundo de las fantasías;
mi casa comparte no sólo alegrías,
se envuelve en silencios de dulces caricias;
y me habla callada de algunas penitas
que causo a mis padres en algunos días;
por eso mi casa no sólo es mi amiga,
sino ruta blanca de la maravilla;
es el hogarito que inicia mi vida,
con la rosa tierna de la fuente viva,
con las inocencias y las siemprevivas,
que tarde y mañana aroman mis días
con sus secretos de algunas malicias,
y algunas verdades de aguas que gritan;
por eso mi casa, mi casa es divina;
mi casa pequeña con la luna unida.
YO SOY EL RÍO…
Atención os pido a todos,
y en la atención su conciencia;
está sin lágrimas mi alma.
mirando llorar la tierra.
I
Yo soy el río, señores,
pequeño río sin cauces,
sin yerbas y sin sauces,
en las arenas sediento;
me roban el sentimiento,
y a mis aguas echan lodos,
la envenenan de mil modos
y me sumen en la muerte;
por ello, yo, en esta suerte,
atención les pido a todos…
II
Yo soy el río, señores,
de tierra, infinito y mar,
de risa, canto y amar:
soy de alas y ruiseñores
trinos, nubes, vuelos, flores;
y no es que pida clemencia;
lo que reclamo en esencia
es de mis aguas la vida
¡la vida, sólo la vida!
y en la atención su conciencia.
III
Soy el río de la historia
que al yermo va de la cumbre,
trayendo hogar de lumbre,
y las alas de la gloria;
soy el agua que la noria
extrae de savia calma,
y porque lo inicuo desalma
la esperanza y la inocencia,
y se oprime la decencia,
está sin lágrimas mi alma
IV
Arroyito fui de niños,
una ronda de estrellitas;
fui fiesta de margaritas,
de violetas y de armiños;
y ahora que en mis cariños
una herida se me cierra
y en el fango se me encierra
con la luz de mis entrañas,
trato de ahogar las arañas
mirando llorar la tierra.
Fin
Atención pedí a todos,
y en la atención su conciencia;
está sin lágrimas mi alma.
mirando llorar la tierra.
MI TIERRA EN LA DISTANCIA
…Y allí en medio de las calles empedradas por la trigueña sangre de la tierra y el fuego azul de Prometeo, levantan en sahumerio geológico los gritos azoicos de tus casitas enredadas de luz y barro enredadas de luz y barro humanos, gritos más allá de la raíz, de la sombra a la pregunta.
Tierra, pequeñita, cenicienta, ventanita abierta, fruta fresca de ríos, invierno tibio, desasido afán, cultural, vino que bordea la ebritud de la cólera.
Y es el grito sempiterno de las razas conmovidas en abrazos fecundantes de los limos amplios de los pueblos, sin embargo las piedras se asilan en tus calles indelebles, atmosféricas;
y es la luz que las forma sacratísimas y domésticas;
y es el agua, entrañable, dulce y nítida, que modela la dureza colectiva de tu tiempo.
Y eres niña y rayo.
Niña entre los años veraniales y oscurecidos, entre el polvo sempiterno donde surca el rayo inelectuble que une la noche de los tiempos y la luz del mediodía,
porque eres línea causal que arranca de los siglos, cruza por las horas y pierde al infinito.
Y te amé. Y te amo, tierra de silencios y agitaciones axiales; y sin embargo mi sangre riega la constancia de tu historia, y en tus pliegues se acurruca mi espíritu y mi instante;
y en este sacrificio ósmico del tiempo y del espacio vivo el espasmo multánime de las gentes que asentaron y nomaron las rutas pedregosas de tus cerros y tus pampas, y hollaron y moldearon el barro y la sed de tus campos y tus acasos.
El venero de tu imagen esparcido en mi memoria, mana los jirones, embebe los resquicios, abreva las sequías, urge aterido el magín de las amplias avenidas descolgadas de las llocllas, unas tras otras, tus vías desplazan la cálida alegría universal, órbica, de la infantil soledad de tus gentes; sol y edad en los sauces y chilcas de tus valles; sal y pan en las auroras que habitaban cada puerta, habitaban cada sueño.
Allá los cerros encrespados, aquí la viña destrozada. Allí la torpeza iglesial de tus ruinas, acá la silenciosa aplicación del cemento, la dádiva y el robo; y sigue la vertiente, apenas débil, tomando fuerzas de la tierra; y el Anteo mitológico cincela su ansiedad y su venir con la tierna humildad de la caña y el adobe.
Ah, mi tierra
Mi tierra es luz. Callecita de ternura. Yerbabuena y flor de damasco. Azahar. Atenea. Madre, niña y canto. Mi tierra es distancia. Uva añeja y fresca, licor acerado, aguardiente niño, liberado. Infinito y aquí. Tierra y gota. Agua y sed. Jardín y otoño. Ausencia, tierra gris, exultante solsticio, semillero.
Y aquí mi corazón volcánico va mordiendo la cadena; se libera recordándote.